domingo, 1 de septiembre de 2013


 

 

 

¿Qué es el ecumenismo?

 
 
Por Ecumenismo se entiende el movimiento surgido, por la gracia del Espíritu Santo, para restablecer la unidad de todos los cristianos. Participan en él los que invocan al Dios Uno y Trino y confiesan que Jesús es el Señor y Salvador. Casi todos, aunque de distinta manera, aspiran a una Iglesia de Dios única y visible. El Movimiento Ecuménico comenzó oficialmente con el Congreso Misionero de Edimburgo (Escocia) en 1910. Surgió en un ambiente protestante y en un contexto misionero, por la necesidad de presentar un frente unido en los países paganos.


La Iglesia Católica considera la separación de los ortodoxos y los protestantes como una herida profunda infligida a la Iglesia de Cristo. Por lo que al mismo tiempo que las iglesias protestantes, inicia un movimiento a favor de la unidad de los cristianos.



       Ecumenismo protestante


Las tres grandes figuras que pusieron las bases del ecumenismo protestante fueron: 

·      Carlos Brent. Episcopaliano canadiense. En 1927 reunió en Lausana, Suiza, una conferencia que dio origen al movimiento Fe y Constitución. Su objetivo era unificar la doctrina. 

·      Natan Sôderblom. Obispo luterano de Upsala, Suecia. Trató de enfocar la unidad de los cristianos bajo el aspecto práctico y no doctrinal. Buscaba la colaboración de las actividades prácticas como camino para llegar a la unidad. En el Congreso de Estocolmo de 1925 fundó el Movimiento Vida y Acción. 

·      Juan Mott. Metodista, enamorado del ecumenismo. Su lema fue: "Mediante la acción unida de todos, demos muestra de que el ecumenismo es una realidad, dejando a la Providencia manifestarnos el camino a seguir". En 1946 recibió el Premio Nobel de la Paz y fue presidente vitalicio del Consejo Ecuménico.


Ecumenismo católico


Preocupada por la división de los cristianos, la Iglesia Católica continúa el movimiento ecuménico, a través de distintas acciones: 
·      En 1925 se organizaron encuentros llamados "Diálogos de Malinas", entre el cardenal Mercier, arzobispo de Malinas y primado de Bélgica, y los anglicanos. 
·      En 1930, el padre José Metzger fundó la asociación "Una Sancta", con el objetivo de fomentar el ecumenismo.
·      El Padre Watson, un protestante convertido al catolicismo, fundó el "Octavario por la Unión de los Cristianos". Consiste en dedicar cada año ocho días de oraciones y estudio a favor de la unión de los cristianos, del 18 al 25 de enero. Este octavario actualmente ha adquirido dimensiones mundiales. 
·      En 1960, el Papa Juan XXIII, funda el "Secretariado para la Unión de los Cristianos". Fue puesto bajo la presidencia del Cardenal Agustín Bea, es el organismo católico por excelencia para promover la unión de los cristianos. 
·      El "Decreto Conciliar sobre el Ecumenismo" (Unitatis Redintegratio), presenta las bases doctrinales y las líneas de acción práctica del ecumenismo católico. Fue promulgado por el papa Paulo VI el 21 de noviembre de 1964, durante la celebración del Concilio Ecuménico Vaticano II. 
·      La Asociación "Ut Unum Sint", palabras tomadas de Jn 17, 21, que significan "Que sean una sola cosa", fue fundada por la Congregación del Concilio y tiene como finalidad promover la unidad de todos los cristianos en la única Iglesia de Cristo.


           Encuentros ecuménicos de los jerarcas de distintas confesiones

 

·      La asistencia de observadores de las Iglesias anglicana, luterana, reformada, metodista, cuáquera y otras, al Concilio Vaticano II. 
·      En 1960, la visita del doctor Fisher, arzobispo anglicano de Canterbury. 
·      En 1962, en encuentro del papa Paulo VI con el patriarca ortodoxo Atenágoras. 
·      En 1965 Roma y Constantinopla levantaron mutuamente las excomuniones lanzadas en 1054.
·      En 1966 Paulo VI dialogó con el doctor Ramsey, sucesor de Fisher. 
·      La costumbre de Juan Pablo II de orar en común, en todos sus viajes, con los representantes de los hermanos separados. 
·      El encuentro en Ghana, de Juan Pablo II con el arzobispo anglicano de Canterbury, doctor Robert Runcie. 
·      La visita de Elías II, patriarca ortodoxo de Georgia, al Vaticano. 
·      La reunión en Patmos, Grecia, en1980, de representantes católicos y ortodoxos.



 

                                           Entrevista al Cardenal Joseph Ratzinger






Les presento una transcripción de una entrevista que se le hizo al  Cardenal Joseph Ratzinger, antes de ser  el Papa Benedicto XVI, entrevista concedida a la cadena española PAX TV en 1998.

La entrevista fue muy variad, pero me ceñiré a presentar la respuesta del Cardenal Ratzinger, con respecto  a los dogmas de la Iglesia Católica frente al diálogo interreligioso.

En la pregunta realizada, al entonces Cardenal Ratzinger, se le es expresada de esta manera:
 
"¿Cree usted, como lo creen algunos hoy en día, que los dogmas de la Iglesia Católica son un impedimento para una apertura, para una unión de los cristianos, usted cómo ve este aspecto? 

“En cierto sentido es verdad, porque los dogmas son difíciles de aceptar, y el mundo nacido de la reforma del siglo XV comparte solo unos de nuestros dogmas, mientras se siente obstaculizado por otros. Sin embargo no se trata de abolir los dogmas, porque no se puede abolir la verdad que nos enseña el camino que hay que seguir y que es el hilo que mantiene la unidad de la iglesia. Es importante tener una identidad que no depende de la opinión de la mayoría, que mañana puede pensar lo contrario de lo que opina hoy, porque la verdad que nos precede nace de la verdad del Espíritu Santo.  A propósito de esto, recuerdo lo que me escribió un gran ecumenista suizo reformado, hace unos días, él decía que: para recorrer el camino ecuménico, sería necesario conocer la identidad reformada. ¿Pero dónde está esa identidad? Es necesario saber primeramente quiénes somos; para luego tratar de llegar a la unidad. Creo que una identidad profunda y clara no puede ser arbitraria solo puede ser resultado de la revelación que confiere claridad al diálogo y proporciona la apertura necesaria para adherirse a la verdad.”


Benedicto XVI: diálogo ecuménico para un mundo mejor
   
Papa: "Cultivar con paciencia el diálogo ecuménico"
 
   

jueves, 29 de agosto de 2013

JESUCRISTO FUNDAMENTO Y CABEZA DE LA IGLESIA



Sin duda Jesucristo es el eje que sustenta y alrededor del cual gira la iglesia. Al entenderlo como su centro, podemos entender al mismo tiempo, por qué aun con las vicisitudes, persecuciones, divisiones y problemas por los que ha atravesado la iglesia en la historia, conserva hasta nuestros días la esencia de Cristo.

San Pablo en su primera carta a los Corintios en el capítulo 12, no pudo utilizar una mejor metáfora, que la de un cuerpo en relación con la Iglesia:

“Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Así también el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si dijera el pie: «Puesto que no soy mano, yo no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? [...] Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte. Y así los puso Dios en la Iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas.” (1 Cor. 12: 12-15; 27-28)


Con este ejemplo que utiliza diferentes signos, metáforas y comparaciones, san Pablo sigue la línea del maestro de maestros, que enseñaba con diversos y ricos ejemplos, comparaciones y parábolas. Esta figura en su momento utilizada por San Pablo para enfrentar y superar las rivalidades, celos y rencillas a causa de los diversos dones. En la eclesiología de hoy, volviendo a las palabras de san Pablo encontramos una fuerte llamada a la unidad y reconocimiento de Cristo como cabeza de nuestra Iglesia; donde la iglesia rectora, santificante, maestra y sus ministerios, no es exclusivamente de la jerarquía eclesiástica sino, también del laicado, que en virtud del bautismo que hemos recibido, somos templo del espíritu Santo, y por ende agentes participantes en la acción de enseñar, santificar y liderar de nuestra iglesia y de la cual conformamos el cuerpo, como lo pregonan los documentos del Concilio Vaticano II. Como en su momento histórico de la comunidad de Corinto no se trata de protagonismos, de supervalorar o subestimar la participación y ministerios de unos y otros. Se trata de trabajar aunadamente en la instauración del reino de Dios y lo que este significa, la vivencia en valores de comunión, solidaridad, amor, justicia y verdad.


 El hecho de identificar a Cristo como cabeza de la iglesia lo destaca en su papel de guía, de maestro, gobernante y sacerdote supremo. Del mismo modo vivifica e impulsa la comunión de los miembros que conforman el cuerpo que es su Iglesia. Ante eso vemos la necesidad de que el cuerpo se mantenga unido a la cabeza, esta cohesión revierte en la fortaleza que solo puede venir de Jesucristo, en sus enseñanzas expresadas en el evangelio, que traducen su vida misma, en su naturaleza dual humana y divina, pero sobre todo en su relación filial con Dios todopoderoso.

Al ser el cuerpo de la iglesia y Jesucristo su cabeza, una representación importante en el anuncio de la buena nueva que San Pablo dirige  a las naciones, por esta razón lo reafirma en sus cartas a los Efesios y a los Colosenses:

“Antes bien, siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo, de quien todo el Cuerpo recibe trabazón y cohesión por medio de toda clase de junturas que llevan la nutrición según la actividad propia de cada una de las partes, realizando así el crecimiento del cuerpo para su edificación en el amor.” Ef. 4:18-19.

“Él es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: Él es el Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo.” Col 1:18

“No permitan que se lo quite quienes vienen con una religión muy temerosa y que sirven a los ángeles. En realidad sólo hacen caso de sus propias visiones y se inflan con sus propios pensamientos, en vez de mantenerse en contacto estrecho con aquel que es la cabeza. El mantiene la unidad del cuerpo entero por un conjunto de nervios y ligamentos, y le da firmeza haciéndolo crecer según Dios.” Col 2:18-19



La respuesta del ser humano al amor incondicional, primero y sacrificado por parte de Jesús, es mantenerse unido primero a la cabeza y segundo a los demás miembros del cuerpo. Pues una rama separada de los sarmientos muere (Cfr. Jn. 15:1-6). Esta comunión implica escuchar a la cabeza, la solidaridad con los demás miembros y permanecer leal a sus enseñanzas contenidas en el evangelio, pero sobre todo la lealtad a Dios que se entrega por amor a la humanidad, amor que fortalece el vínculo entre Dios y los hombres en su relación padre e hijo, amor que se corresponde a la unión perfecta, al don más grande e infinito que está por encima de todas las cosas naturales y sobrenaturales, amor del que nada puede separarnos. (Cfr. Ef. 5:23-29; Colosenses 3:12-16; 1 Cor. 12: 1-ss; Rom. 8:28-39)

Para complementar este articulo, los invito a ver este vídeo de la audiencia papal de S.S. Francisco I, del día miércoles 19 de junio de 2013, sobre ser parte del cuerpo de Cristo:





TRABAJO COLABORATIVO
ECLESIOLOGÍA
LIC. EN FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN RELIGIOSA
FUNDACIÓN UNIVERSITARIA CATÓLICA DEL NORTE